Que bonita campaña

Luis Fernández, actor, y escritor venezolano y esposo de Mimí Lazo, lanzó la campaña: “Salvemos a las mujeres”, mira lo acertado y hermoso que dice: 1. Alimentación correcta: Nadie vive de la brisa. Mujer vive de cariño. Dele en abundancia. Besos matinales y un “yo te amo” al desayuno las mantienen bellas y perfumadas durante […]

Carta a un amigo

Mi muy querido amigo:

Paso por acá a dejarte estas letras porque últimamente me has preocupado más de lo normal, y creo que no es por las razones correctas.  Sé que te has sentido muy solo y que en el pasado te dejaron heridas profundas que a hoy te tienen la cabeza revuelta, pero como ya te lo dije, la actitud y la forma en que estás afrontando esta situación, a mi parecer, no es la correcta y ya yo no sé cómo más decírtelo.

Algún sabio en alguna parte dijo que el dolor es obligatorio, pero que el sufrimiento es opcional.  Tú no puedes controlar gran parte de lo que te sucede: habrá gente que te decepcione, habrá mujeres que te usen, habrá personas que se aprovechen de ti; pero eres tú quien define qué tanto y por cuánto tiempo vas a sufrir por lo mismo.  Tú, y solamente tú tienes el control sobre tus sentimientos y qué tanto van a dominar tu vida.  El problema no es caerse, el problema está en no quererse levantar (me salió hasta en arjonada).

Si estás tomando la decisión de encerrarte en tu trabajo porque así consideras que no te van a lastimar ¡Bien por ti! pero sé consecuente con ello.  «Si algo no te gusta, tú tienes el poder de cambiarlo», y con esto no me refiero a que como te sientes solo, ve y busca una novia a como de lugar porque nada bueno queda de andar afanado.  Con esto me refiero a que aprendas a sentirte bien contigo en soledad o en compañía. ¿Quién te dijo que una persona solamente está completa si está en pareja? A mí me costó mucho sufrimiento aprenderlo (si, yo misma elegí sufrir en exceso por alguien) pero al final logré entenderlo, y ahora tengo por fin esa paz interior que me permite poder ver las cosas con mayor claridad.  No te conviertas en un «diseminador de miseria» o un «dementor» y menos cuando has sido tú quien ha elegido sufrir, porque cada quien también va con su carga.  Siempre habrán oídos para escucharte y brazos para abrazarte y palabras para confortarte, pero todo tiene un límite y tú has elegido quedarte en tu sufrimiento, los demás no tiene por qué sufrir contigo.

Tener una pareja es una gran bendición, pero debes de prepararte para cuando llegue esa persona y puedas ofrecerle algo real y sin presiones, poderla amar en libertad y no con la idea Disney en la cabeza, y aceptar que por muchas ideas que tú tengas en la cabeza, cada persona es única y tendrás que aceptarla tal cual viene, así no se ajuste al tu ideal romántico.  No existe la media naranja, ni el complemento, ni nada de esas cosas: son dos personas diferentes, dos mundos totalmente diferentes, que han decidido compartir un espacio común y sobre esa base construir una vida juntos.

Tú estás completo tal cual y nadie necesita de nadie para estar feliz.  No delegues en tu pareja tu felicidad y no le pongas esa carga en sus hombros.  Sé responsable de tu felicidad y comprende que no es trabajo de la otra persona, eso no funciona así.  Si te enfocas en ser feliz, contagiarás a la otra persona y serán felices juntos; pero si esperas que esa persona haga todo lo que en tu cabeza consideras tiene que hacer para que tú seas feliz, entonces serás irremediablemente miserable, pues nunca nadie llenará esas expectativas.

Me despido pues, mi querido amigo, dejándote estas letras acá permanentemente para que las leas cuando te den los ataques de desespero por la soledad y sientas que vas a sufrir.  Sé que soy dura y que mis palabras poco te gustan, pero te prometí decir siempre la verdad y mi punto de vista con sinceridad, y aunque ya te lo había dicho, creo que has hecho oídos sordos porque simplemente no te gusta lo que te digo (o no es lo que esperabas oír).

Te quiere mucho.

Tu amiga

Las trampas de EGO

Encontré esto en el facebook de un amigo, y para qué, me pareció una reflexión bonita a tener en cuenta,.

Imagen

(foto: http://faena.com/sites/default/files/media/blog/images/1365396218/La%20gu%C3%ADa%20del%20viajero%20espiritual.jpg)

Si crees que es más «espiritual» andar en bicicleta o utiliza el transporte público para moverse, eso está bien, pero si juzgas a alguien que conduce un auto, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que es más ‘espiritual’ no ver la televisión porque crea problemas en tu cerebro, eso está bien, pero si juzgas a quienes todavía la ven, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que es más «espiritual» evitar chismes o los medios de comunicación, pero juzgas a aquellos que leen estas cosas, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que es más ‘espiritual’ hacer Yoga, convertirse en vegetariano, comprar solo alimentos orgánicos, comprar cristales, reiki, meditación, usar ropa «hippies», visitar templos y leer libros sobre iluminación espiritual, pero enjuicias a quien no hace esto, entonces usted está atrapado en una trampa del ego.

Estar siempre consciente para sentirte superior. La idea de que usted es superior es la indicación más grande que se encuentra en una trampa de sus egos. El ego quiere venir a través de la puerta de atrás.
Tendrás una idea noble, cómo empezar el yoga y luego se tuerce para servir a su objetivo de sentirte superior a los demás.

Empezarás a menospreciar a aquellos que no están siguiendo tu «camino espiritual». Superioridad, juicio y sentencia. Estas son las trampas del ego.

Mooji

Ni diablo, ni rojo… Por un año más

Para nadie es un secreto el amor profundo que siempre le he profesado a mi equipo del alma: América de Cali.  Fue un amor que nació hace 20 años en la época dorada, aunque en esos momentos poco entendía de fútbol y más de rivalidades.  Con el pasar de los años gocé, celebré, sufrí y maldije lo que sucedía con mi equipo: seguía sus pasos de cerca y viví y respiré por los poros cada partido, cada gol, cada sensación que la casaca roja provocaba.  El descenso fue un balde de agua fría que me congeló el alma, y aún así seguí pendiente y al pie del cañón, porque la categoría la recuperábamos rápido y un año en la B nos serviría para recuperar el impulso.  Hoy nos encontramos preparados para pasar un tercer año en esta categoría, pero ya algo en mí cambió: aburre escuchar las mismas promesas de esos directivos que hicieron que cayéramos acá y ver el poco entusiasmo que algunos jugadores le ponen a los partidos.  Nos dicen que aguantemos, que un hincha de verdad no abandona, pero los hinchas también queremos resultados, que dejen de jugar con nosotros y que nos respeten: Que llenemos el estadio pero que aguantemos que pierdan constantemente.

Recuerdo que un amigo tuvo una pelea por twitter con otra hincha sobre qué era más importante: si el asenso o ganar el campeonato, y al final ninguno de los dos se dio.  Golpe bajo a la moral del hincha, al aguante, a ese amor que nunca se irá, pero que cada vez va doliendo más.  Poco o nada me importan las burlas de los demás, me duele es ver lo mucho que pierde el equipo como institución con estas cagadas, porque  las cosas hay que decirlas con el nombre propio, y son cagadas de elefante lo que vienen haciendo. ¿Cómo quieren que hayan más patrocinios si no hay resultados? ¿Más hinchada para un equipo que no da resultados? Hay que ser consecuentes señores directivos y jugadores.

Se viene el tercer año en la categoría B equipo de mis amores, y aquí seguiré apoyando, pero no pidas más de lo que ya te ha dado la hinchada, es hora de que te pongas los pantalones y nos devuelvas la alegría de seguirte.  Queremos de nuevo tu fútbol, tus emociones, que nos sigas dando razones para amarte como lo hemos hecho por tantos años, pero también respétanos como hinchas, ya está bueno de que estos directivos se sigan engordando de cuenta de nosotros y pongan poco o nada para mejorar, y a veces pareciera que te quisieran dejar morir.  No más jugadores «pechi-fríos» y no más lata de «aguante» o «hay que apoyar», exigimos resultados porque este proceso ya lleva demasiado tiempo.

Ni diablo, ni rojo… Por un año más.

What’s wrong with being a nobody?

En mi adolescencia, la frase favorita de mi papá era: «sea lo que se le de la gana de ser, pero sea la mejor».  Siempre lo vi como una forma de esforzarme siempre a avanzar, a no quedarme estancada, a seguir en movimiento.  Todo el tiempo traté de tener las mejores notas, a destacar por el mejor comportamiento (al menos en el colegio), a hacer todo «perfecto» porque eso es lo menos que esperaban de mí.

Cuando comencé mi vida laboral quise volverme la mejor en lo que hacía, ser un referente para los demás y tener «fama y gloria» en un mundo donde la mayoría son hombres que por alguna extraña razón te miran como bicho raro cuando dices que eres programador.  Y fue ahí, en ese punto, donde comenzó mi desinfle y empecé a descubrir que ser invisible también tiene sus ventajas.

¿Qué pasó? Pasó que alguien muy famoso dijo, si mal no recuerdo fue un tenista, que para ser el mejor debes de sacrificar muchas cosas y saber si estás dispuesto a hacerlo.  Mi respuesta a ese cuestionamiento fue un rotundo ¡NO! ¿Por qué? Porque no quería volverme como mi papá, al que de cariño le decimos «dios»: sabemos que existe, pero nadie lo ve.  ¿Para qué quiero fama y fortuna si no puedo estar con mi hija? Así que preferí volverme «invisible» en lo laboral y enfocarme en ser una mejor mamá para ella.  Que mi trabajo me diera lo justo y necesario para que ambas estuviéramos bien, esforzándome lo necesario para mejorar, pero sin dejarla a ella de lado.

Otra cosa que me desinfló es que dijeran que yo, siendo una persona totalmente promedio, obtenía lo que obtenía por ser «bonita» o por «mostrar las piernas» como si no hubiera hecho suficientes méritos o demostrado que estaba donde estaba por mi cerebro y no por mi muy promedio belleza.  ¿Por qué es tan malo que uno tenga cerebro y a la vez sea algo vanidoso? ¿Por qué seguir con esos «estándares» tan pendejos? Acá de nuevo opté por ser «invisible» de cierta manera: dejé de aparecer frente a la cámara, la cantidad de fotos donde yo estoy es menor que antes (lo cual ya es mucho decir pues siempre he sido quien toma las fotos) y busqué una imagen que me representara y es la que he puesto en todas mis redes sociales.  ¿Qué logré? Que cuando alguien analiza mi trabajo, las opiniones que recibo, al igual que las críticas, son sobre «mi arte» y siento que respetan más lo que hago y me toman más en serio.  Logré que cuando no me han visto personalmente y hablamos de cosas serias e importantes, soy más escuchada y se tienen más en cuenta mis opiniones.  Que triste que sea así, pero me funciona y la locha me puede más que ponerme a intentar cambiarlo.  Por ahí dicen que para cambiar el mundo, se debe comenzar por cambiar uno mismo…

En cuanto a lo material, bueno, ahí también hice un gran ajuste a mis ambiciones en la vida.  Hubo dos lecturas que me hicieron cambiar el enfoque sobre lo que deseaba en este aspecto: la primera fue la del presidente José «Pepe» Mujica y su reflexión sobre el consumismo.  Realmente me hizo pensar si tener un auto de lujo, un gran apartamento y ropa de marcas reconocidas harían mi vida mejor.  No me malinterpreten, no es que no tenga aspiraciones en la vida o no quiera mejorar, pero aprendí que si no tengo la capacidad económica para X cosa, pues sencillamente no la compro, y ya.  Hay que separar lo importante de los lujos, y la mayoría gastamos lo que no tenemos en lujos innecesarios para impresionar gente no importante.  Trabajo para tener lo necesario para estar bien y me doy los lujos que me puedo pagar, con eso vivo lo suficientemente tranquila y duermo tranquila de noche.  Tengo deudas por pagar y apenas estoy logrando un equilibrio entre lo que debo y lo que gano, pero acá voy.  La segunda lectura que me cambió el chip fue la de la cultura del slow down.  Las carreras, el tratar de hacer rendir el tiempo, el ir a 100.000 km/h te dejan agotado, sin energías y sin tiempo para dedicar a otras cosas, como tu familia o un hobbie.  Como muy bien dice esta filosofía: no es dejar de hacer el trabajo, es aprender a balancear todos los aspectos de la vida y ser consientes de que la vida es demasiado corta para pasarla solamente trabajando.

Procastinar demasiado, lochear en exceso y dejar de hacer es malo, pero tampoco le veo nada de bueno a mantenerte a millón por hora y ver que lo único que te pasó fue la vida, y que al final te mataste trabajando para ser «un cadaver con plata».

Como siempre, por acá les dejo un par de canciones relacionadas: la de Fergie donde se enfatiza que el despeluque de cuando en vez no ha matado a nadie, y la de Eliza Doolittle de donde saco el título de este post, y que hace la misma reflexión que hice: ¿Qué hay de malo con ser nadie?

Fergie – A little party never killed nobody http://www.youtube.com/watch?v=0ZgjmE6xdaw

Eliza Doolittle – Nobody http://www.youtube.com/watch?v=TRrm7PWu_I4